sábado, 30 de agosto de 2008
viernes, 29 de agosto de 2008
Semipenúltima noticia escandalosa
martes, 26 de agosto de 2008
Mirando al futuro...con ira
hemos reclamado al amigo Jular su posición sobre el olimpismo, etc.
Por toda respuesta nos ha enviado este Proyecto de cartel olímpico para Madrid 2016, que publicamos por si Gallardón, y el COE,
quieren cambiar otra vez la imagen del futuro.
P. F. V. y M. D. K.
Por toda respuesta nos ha enviado este Proyecto de cartel olímpico para Madrid 2016, que publicamos por si Gallardón, y el COE,
quieren cambiar otra vez la imagen del futuro.
P. F. V. y M. D. K.
Completados otros cinco círculos

Jeremíada profética,
por Paco Sopas Dajo
Ha finiquitado otra cita cuatrienal de ese “pestáculo”, que dicen olimpiadas. Se está disolviendo ya la pléyade de tontilocos, que acompañan al trascendental trasunto. Se apagarán los ecos, pero será “deficil” olvidar la chulería aulladora de la mayor parte de los escasos “winners” (o sea, ganadores, en english). Justa o injustamente triunfadores. Mordedores de metales, o no. Culposamente desarrollados, o no. Superprofesionales, o menos. En cualquier caso: pocos. (Y parió l’agüela...)
Más tardaremos en hacer desaparecer la pringosa imagen llorona de los perdedores, que, por cierto (y esto es una de las razones por las que los juegos me parecen abominables y poco democráticos) son legión. Están primero, los que han sido maltratados por la venalidad de jueces practicantes de impúdicos “nacionalismos de zona de influencia”. Ocurre en la mayoría de los deportes de contacto, pero también en disciplinas más “artísticas” como la gimnasia o la natación sincronizada. Después está la rumfla de perdedores por su propio miedo, por su mala preparación, por la incompetencia de su entrenamiento, por la macarrería festiva de su olimpismo. Tras ellos, la caterva solípeda de los federativos (bien amamantados) que pagan y eligen a los atletas. Le siguen los casposos domadores de imagen (de la caja tonta y del papel “pringao”) empeñados en maquillar resultados y carencias.
Mientras tanto los enriquecidos jayanes chotodiablescos, que manejan los hilos políticos, y fundamentalmente, económicos del asunto, pavonean sus grasas de nuevo (o viejo) cuño delante de la adicta, desamparada, humillada, muchedumbre.
Resentimientos aparte. Menos mal que “ha escomienzado” el football, que éste sí que es “demonicrático”. ¡Por los co... del Madríz!
Más tardaremos en hacer desaparecer la pringosa imagen llorona de los perdedores, que, por cierto (y esto es una de las razones por las que los juegos me parecen abominables y poco democráticos) son legión. Están primero, los que han sido maltratados por la venalidad de jueces practicantes de impúdicos “nacionalismos de zona de influencia”. Ocurre en la mayoría de los deportes de contacto, pero también en disciplinas más “artísticas” como la gimnasia o la natación sincronizada. Después está la rumfla de perdedores por su propio miedo, por su mala preparación, por la incompetencia de su entrenamiento, por la macarrería festiva de su olimpismo. Tras ellos, la caterva solípeda de los federativos (bien amamantados) que pagan y eligen a los atletas. Le siguen los casposos domadores de imagen (de la caja tonta y del papel “pringao”) empeñados en maquillar resultados y carencias.
Mientras tanto los enriquecidos jayanes chotodiablescos, que manejan los hilos políticos, y fundamentalmente, económicos del asunto, pavonean sus grasas de nuevo (o viejo) cuño delante de la adicta, desamparada, humillada, muchedumbre.
Resentimientos aparte. Menos mal que “ha escomienzado” el football, que éste sí que es “demonicrático”. ¡Por los co... del Madríz!
lunes, 11 de agosto de 2008
Juegos olímpicos, pero menos

Chinos y más chinos. Muchos más chinos y muchos chinos de más. Siempre pensé que las artesanías chinas tenían un peculiar toque “valenciano”: un especial gusto por el papel maché y la purpurina y los esmaltes dorados. Sus artes escénicas espacialistas, o no, siempre más cerca del circo volante y gimnástico, que de las poéticas mítico-reflexivas. Lo más logrado, por obra del anonimato de centenares de ejecutantes, movimientos geométricos y desplazamientos tridimensionales, a la manera de un gran tinglado de “Go”. En cuanto a la música, ni ellos mismos se aclaraban. Algunos de los músicos occidentales más o menos preclaros (Debussy, Puccini) han entrado de puntillas en las arcaicas escalas pentatónicas chinas para crear bellas cajitas de música o “chinoiseries” de alto standing como la ópera Turandot. (Parte de la “inspiración” espectacular de esta ópera era devuelta entre otras músicas occidentales menos interesantes –incluso profundamente pedorras- en la ceremonia de apertura de la olimpiada pekinesa, o beijinesa si os cuadra mejor). Entre tanta mixtura pudimos oir al joven pianista Lang Lang –la joya de la corona- haciendo estúpidos acordes a lo Liberace y también al “Bocelli” chino popeando a duo con una "Barbie", creo que británica. Aquello parecía, se asombren, lo que se asombren nuestros entusiastas comentaristas televisivos: cine musical barato. Al final, computadores aparte, trucos de especialista y una “nit del foc” semimediterránea.
Todo ello formaba parte del pastiche minimalista –mezcla de varias cocinas- que constituye, cada cuatro años, el publicitario, o mejor propagandista, comienzo de unos juegos deportivos, que dicen exaltar el olimpismo, pero cada vez son más “nacionalistas”. Por ende, a día de hoy, absolutamente peseteros y vergonzosamente profesionales.
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